La resiliencia, el gran legado de los Juegos de Tokio

Durante los Juegos de Tokio hemos vivido escenas de atletas olímpicos de las que podríamos extraer grandes aprendizajes para el mundo de los negocios y el emprendimiento: confianza, trabajo en equipo, empatía, solidaridad, compasión…

De todas las historias, me quedaría con dos casos de mujeres resilientes que, a base de constancia, valores y de creer en sí mismas (y en su proyecto) han cumplido su sueño de conseguir una medalla de oro en unas olimpiadas. Nuestras protagonistas son la atleta norteamericana Allyson Felix y la karateka española Sandra Sánchez.

?Allyson Felix: se trata de mucho más de lo que marca el reloj
A Allyson Felix podríamos denominarla como la mejor atleta de todos los tiempos, a lo largo de su carrera ha conseguido seis oros olímpicos, pero tras estos momentos de gloria ha vivido difíciles periodos. La atleta de 35 años dio a luz a su hija en 2018 y llegó a esconder el embarazo para poder competir. «Sentía que tener un hijo pondría en riesgo mi carrera y decepcionaría a todos los que esperaban que siempre pusiera primero el correr». Además, en estos momentos Allyson estaba negociando su renovación con su principal sponsor, Nike, y el hecho de haberse quedado embarazada comenzó a ser un problema para la marca ya que le redujeron el 70% de los beneficios que le correspondían. La atleta hizo público lo sucedido. «He hecho muchas colaboraciones con Nike, pero soy madre y no puedo callarme más. No porque quiera tener más hijos, sino porque no es lo correcto, también para las mujeres que vengan después de mí». Meses después de su denuncia, la compañía rectificó positivamente.

“Cuando me veas en la pista, espero que entiendas mi lucha. Como atleta a la que le dijeron que era demasiado mayor, como mujer a la que le dijeron que conociera mi lugar, como madre que no estaba segura de que viviría para criar a mi hija. Espero que lo veas, se trata de mucho más de lo que dice el reloj.» Allyson Felix

?Sandra Sánchez: mi familia es mi prioridad
Otro ejemplo especialmente inspirador es el de la karateka española Sandra Sánchez. Esta deportista de élite con un palmarés envidiable en el karate, desde 2015 conquista una medalla detrás de otra , acaba de ganar la medalla de oro en katas. Este triunfo olímpico consagra la extraordinaria carrera de Sandra, pero hubo un momento en el que el éxito parecía imposible. Hay pasajes complicados en su biografía que la alejaban de su pasión. Sandra entró al Centro de Alto Rendimiento (CAR) con 20 años, pero al mes se vio obligada a dejarlo al diagnosticarle a su madre una seria enfermedad. Se volvió a su pueblo natal y la Federación Española de Kárate dejó de contar con ella. Decían que había pasado su momento. Ignorada y frustrada, la karateca, con 24 años, decidió trasladarse a Australia para mejorar su inglés, allí sobrevivió dando clases de kárate.

«La familia es la prioridad, siempre va a ser lo primero de la lista y luego ya va lo demás. Si la familia no está unida, sin ese cariño, sin esa fuerza y sin esa energía no se llega a ninguna parte». Sandra Sánchez

Tras su aventura australiana, Sandra regresó a España con ilusión renovada y planeó volver al circuito de la competición, pero para ello necesitaba recuperar su mejor estado de forma. Por este motivo, le pidió al conocido coach Jesús del Moral que la entrenara. Recibió muchas negativas por su parte, pero gracias a su constancia su carrera comenzó a despegar. Con 32 años ingresó en el equipo nacional de kárate, pero como afirma Sandra, «la edad solo es un número”. La tenacidad, los esfuerzos económicos y la convicción guiaron un viaje que acaba con el oro olímpico en la cuna del kárate. Desde que propició su gran oportunidad no ha dejado de ganar.